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Pedro Güereca, construyendo un México y un Morelos mejor

  • Foto del escritor: Marin Yañez
    Marin Yañez
  • 24 sept 2020
  • 6 Min. de lectura

Pedro Güereca Gurrola nació con grandes capacidades artísticas, es escultor y pintor innato, por lo cual pensó en estudiar en La Esmeralda. Como sus padres se opusieron, se inclinó por el arte de la arquitectura, ya que tiene un ámbito creativo fuerte que llamó su atención.


Cursó la licenciatura en la Universidad Nacional Autónoma de México y ahí comenzó una carrera llena de éxitos. Debido a sus grandes deseos de triunfar, mientras estudiaba el séptimo semestre, junto con dos amigos, inició un despacho, en un cuarto de azotea, en la colonia Roma, y trabajaban en algunos proyectos.


En ese entonces, una sencilla pregunta cambió el rumbo de su destino. Uno de sus profesores y un gran maestro en su vida, Felipe Schjetnan, ofreció trabajo a su grupo. Como nadie respondía, Pedro preguntó qué hacía; la respuesta fue: “campos de golf, te espero a las cuatro de la tarde en mi despacho”. Y comenzó a colaborar con él. Así fue como enfiló su profesión hacia la arquitectura el paisaje, con las enseñanzas de un gran maestro.

Acostumbrado a otras ramas de la arquitectura, al principio, mientras dibujaba un proyecto llamado La Cañada, veía el campo de golf y se preguntaba qué era todo eso. Con el tiempo, su interés por el tema fue creciendo, e incluso, comenzó a jugar golf, descubriendo la magia de pegar a la pelota, de la cual quedó hechizado.


Enamorado del golf y de apasionado por su trabajo arquitectónico, logró convertirse en un experto en el diseño de campos de golf, para lo cual se requieren varias cualidades: “debes ser un buen escultor, artista, arquitecto, técnico y hasta mercadólogo, porque tienes que hacer un producto dirigido a un mercado; el objetivo es crear algo bonito, a buen precio y que los usuarios queden contentos”.


Para lograr un excelente resultado, se deben conjuntar diferentes componentes, como la mezcla de hoyos cortos, medianos y largos, a los cuales se agregan lagos, arroyos, trampas y árboles, y se decide el tipo de diseño; con todo esto, se busca lograr un juego interesante para todo tipo de golfistas. “Antes, los profesionales del golf diseñaban los campos. El problema es que los hacían muy difíciles, injustos para un jugador normal. Era un diseño penal, así que si tirabas mal, te castigaba. Afortunadamente, el concepto de arquitectura de campos de golf evolucionó hasta ser contemporáneo estratégico, por lo que ahora, tienes alternativas de camino y puedes escoger tu juego; cada categoría de golfista tiene un reto importante y un juego muy interesante, sin importar su nivel de habilidades. De esta manera, lo disfrutan. Por ello busco crear campos que tengan la capacidad de ‘transformarse’ para cada persona que lo usa”.


Por otra parte, se trata de un trabajo que tiene una estrecha relación con el medio ambiente, lo cual tiene en cuenta siempre. “Mi estilo se caracteriza por aprovechar los recursos que brinda la naturaleza y respetar e integrar lo que existe; no hay mejor diseñador que la naturaleza. Cuando me contratan para diseñar un campo, recorro el lugar, para escucharlo, verlo y entenderlo; él me dice qué hacer. Luego dirijo eso hacia lo que el cliente quiere y necesita, de acuerdo al mercado al que va dirigido”.


Esto, además, tiene un gran impacto social, pues ha transformado lugares desérticos en grandes desarrollos. En sus inicios, hizo proyectos para el Fondo Nacional de Fomento al Turismo, pensados para ser detonadores de turismo, porque los campos de golf atraen a un mercado económicamente poderoso, y al establecer un ancla que deje derrama económica, atraes a otro sector de turismo; es un detonador de una economía.


“Fueron proyectos interesantísimos. En Huatulco, solo había playa, con un puesto de mariscos, y selva; era un lugar con potencial elevado, en el cual Fonatur tenía muchas ganas de desarrollar el turismo organizadamente. En Los Cabos, también fue algo increíble, porque llegamos a hacer el primer campo de golf de nueve hoyos en el desierto, en un pueblito. Nos parecía imposible impulsar una zona así como un desarrollo de campos de golf, para que fuera un polo turístico internacional, pues empezamos de la nada. Ya que hicimos el campo, con casa club y hotel, empezó a llegar el turismo estadunidense de alto nivel, y se desarrollaron más campos de golf; ahorita, increíblemente, es un emporio turístico de golf, una de las ofertas más caras que tiene México, con campos de alto nivel. En Loreto, Baja California, en el desierto, hicimos un campo de 18 hoyos impresionante; cortamos el mar y lo metimos a la tierra, aprovechamos un peñasco, hicimos un green súper escénico. El campo de golf detonó la economía de esa región. En Guerrero, trabajamos en el Mayan Palace, en lo que era una zona de cocoteras, que planeaban llamar Acapulco Diamante; cuando ves el inicio de las cosas hasta te dan risa los planes de esa magnitud, pero con el paso del tiempo descubres la manera en que los campos de golf hacen crecer la zona”.


Paraíso Country Club es un otro gran ejemplo de lo que un campo de golf puede hacer por el desarrollo de una zona. “La primera vez que visité el terreno, vi arrozales, ladrilleras y hasta basureros. Aproveché que había abundante agua en el lugar, para que tuviéramos seis lagos y varios ríos, entretejí el diseño del fraccionamiento con el campo, y dejamos a todo mundo sorprendido; al ver el resultado, se iban de espaldas. Con un proyecto de esta magnitud, con una inversión de más de 30 millones de dólares en una zona de alto riesgo, se mejora la economía de la zona, surgen negocios y se consolidan los que ya están, lo cual repercute en el producto interno bruto de la región. Incluso, los campos de golf forman parte de la medida de bienestar de las ciudades que utiliza el INEGI; la cantidad de campos ayuda a determinar si se trata de un lugar seguro, confortable y de cierto nivel”. Además, Paraíso Country Club, el mejor campo de golf en Morelos, premiado por el International Property Awards, con sede en Londres, le ha dejado un excelente sabor de boca, pues hizo algo de la nada, que ahora vive, disfruta y ve funcionar.


Aunque en Morelos hay campos de golf muy buenos, como Lomas de Cocoyoc, San Gaspar, Tabachines, Cuernavaca y, por supuesto, Paraíso Country Club, lo cual significa que ha habido muchos inversionistas de alto nivel que han creído en el estado, se ha hablado mal del lugar y esto ha dañado la economía local, por lo cual se requiere hacer más. “Tequesquitengo, por ejemplo, es un punto que puede ser desarrollado, por lo cual estamos impulsando el proyecto de crear un campo de golf ahí. Morelos es hermoso y maravilloso, tiene un clima hermoso, agua, aire puro; además, por su cercanía con la Ciudad de México, es el mercado natural para el turismo nacional. Estamos luchando porque la inversión internacional entre a México y, principalmente, a Morelos”. Su mayor objetivo es lograr que Morelos vuelva a destacar.


Talento y esfuerzo, herramientas para triunfar

Como resultado de su distinguida carrera, durante la cual ha contado con el apoyo y respaldo de su esposa, Aurea, y sus hijos, Pedro y Ari, Pedro Güereca ha logrado ser miembro de la Asociación de Superintendentes de México, de la Asociación Mexicana de Superintendentes de Campos de Golf, del Colegio de Arquitectos de México y de la Sociedad de Arquitectos Paisajistas de México, de la cual fue vicepresidente y presidente. Además, su talento ha traspasado fronteras, de manera extraordinaria: es el primer mexicano en hacer un campo de golf en Europa; Hof Hausen Vor Der Sonne, en Frankfurt, Alemania, es en la actualidad, uno de los campos más exitosos y lujosos.


También fue invitado a ser parte de la American Society of Golf Course Architects, la elite en Estados Unidos de los arquitectos de campos de golf; de ser aceptado, se convertiría en el primer mexicano en ser integrante de esta distinguida asociación.


Asegura que el más reciente honor y reconocimiento que ha recibido es haber sido contratado para rediseñar el club de golf Churubusco.


En cada paso que ha dado, ha tenido una doble responsabilidad: la de hacer el trabajo que ama adecuadamente y la de representar a México, en todo momento. Ha sido un digno embajador de su nación al lograr que la gente reconózcala calidad de su trabajo y al demostrar que los mexicanos son tan buenos o mejores que cualquiera. “Es una gran responsabilidad, porque nunca he pensado en mí, siempre he pensado en México y en poner en alto al país; como mexicano, he querido demostrarle al mundo que podemos hacer bien las cosas”.


Lamentablemente, el máximo obstáculo al que se ha enfrentado a lo largo de su carrera es su origen en su propio país; al competir por proyectos con estadunidenses, ha vivido el malinchismo en carne propia. “Tenemos una alta capacidad, pero debemos creer en nosotros, darnos oportunidades y derrocar la cultura de menosprecio hacia nuestros compatriotas”.

Teniendo en su haber el diseño de alrededor de 20 campos de golf, los cuales siempre están llenos –lo cual considera como su máxima promoción–, asegura que no hay una fórmula mágica para el éxito, la clave es trabajar arduamente, ser honrado, honesto, comprometido, cumplido y responsable.



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